Cuadernos de otros cursos

4.17.2009

Tía Juana

Carla Echevarría

Esta lectura nos lleva a conocer la historia de la vida de una mujer conocida como “Tía Juana”, misma que en otros relatos a sido erróneamente nombrada como una mujer envalentonada, malhablada y vulgar; que vendía licor y comida a los caminantes. Para escribir este texto, la autora se basa en las remembranzas de un señor llamado don Pablo L. Martínez mismo que se respalda en documentos para hacer sus narraciones sobre el origen de la Tía Juana.

El relato comienza con la misión de Loreto fundada en 1697, por misioneros. Los primeros misioneros en esta cruzada fueron: los padres Juan María Salvatierra, Eusebio Francisco Kino y Juan Ugarte, los dos primeros con un reconocimiento muy notable en comparación al del padre Juan. Cuando los padres Salvatierra y Kino abandonaron la misión el padre Juan se quedó como director de ésta. Sin duda, el padre Juan, era considerado por Salvatierra como el apóstol y atlante de las californias. En uno de sus viajes a esta nueva tierra (México) el invencible padre construyó un barco nombrado el “Triunfo de la Cruz” que fue lanzado al agua en 1719.
Después de cada viaje, el padre Juan por orden del virreinato visitaba a sus principales benefactores que apoyaban con dinero para beneficio de las misiones. En una de esas visitas conoció a la familia del marqués de villapuente, don José de la Peña y Puente dueño de una gran fortuna y minas de plata y oro. Aún cuando los marqueses no tenían hijos adoptaron a tres sobrinos que quedaron huérfanos. Eran dos jóvenes y una muchacha el primero de nombre Alfonso el segundo Manuel y la menor de ellos Juana. Los tres al ser educados por los marqueses acudieron a las escuelas más prestigiosas convirtiéndose así en, don Adolfo un militar, don Manuel en maestro y doña Juana quien en un convento de monjas se inicio en un noviciado pero no tomo los votos. De aquí parte la vida de esta mujer, ella y sus dos hermanos deciden heredar sus bienes al padre Ugarte pero no sólo eso sino también acompañarlo y ser de ayuda en las misiones.

Llegando al las misiones don Adolfo obtuvo el puesto de teniente en el destacamento de San José del Cabo de San Lucas, Manuel y Juana se quedaron con el padre Juan a ayudarle en la misión ambos como maestros. Más adelante, el padre Juan partió a una nueva expedición junto con don Manuel, dejando a cargo de la misión al padre Ángel, el padre Guillén y a doña Juana y Javier como maestros. Doña Juana no sólo echaba de menos a sus hermanos sino que vivía en una constante incertidumbre respecto al destino incierto de sus hermanos, sin embargo distrajo su angustia en los quehaceres de la misión los cuales eran muchos, ya que había brotes epidemiológicos y los viáticos ya eran insuficientes. Sin embargo una mañana no sólo se encontró con la sorpresa de que sus hermanos ya habían regresado sino que don Manuel y su esposa Elvira ya la habían hecho tía, nombrándola así la Tía Juana.

Tiempo después Elvira la esposa de don Manuel fallece al dar a luz a su segundo hijo orillando así a Manuel a dejar a cargo de su hermana Juana a sus hijos y una joven indígena llamada Mariana. Don Manuel tiempo más tarde fallese. Juana, día con día sigue haciendo sus labores en la misión de una manera muy devota y un día sin esperarlo llegó a su vida un hombre llamado don Felipe que estaría perdidamente enamorado de ella, y aún cuando a ella no le era indiferente no permitió que se diera una relación porque su dedicación y entrega a la misión era mucho más grande que cualquier otra cosa.

Después de un tiempo su hermano don Adolfo y don Felipe parten a una nueva expedición y logran tener éxito encontrando una nueva tierra cercas de la bahía de San Diego. Don Adolfo, decide regresar a Loreto, en busca de su hermana y sobrinos partiendo así después con ellos a esa nueva tierra. Llegando allí la Tía Juana se encuentra con la sorpresa de que don Felipe le había construido una ranchería llamada Ranchería de la Tía Juana. Juana en esa ranchería siguió no sólo dedicando sus vida a cultivar a los indígenas, sino que también los protegía incluso cuando se planeaba una invasión sobre ellos en el año de 1766, logrando así una intervención y haciendo labor de convencimiento con el padre Link, para que no se diera ésta; doña Juana logro con éxito que no se diera la invasión con violencia y se respetara la vida de los indígenas los cuales por esto y muchas otras cosas la quisieron mucho. Para 1769, doña Juana enfermaría y poco después moriría.

Finamente, podemos decir que la leyenda sobre la vida de esta mujer fue muy importante para la fundación de Tijuana, ya que marca una idea basada en una lucha por estas tierras y sus indígenas. La Tía Juana ha sido y será para esta ciudad la madre que la vio nacer y para muchas otras personas fuente de inspiración.

Referencia.
José Manuel Valenzuela Arce (coord.)(2000) Entre la magia y la historia. Tradiciones, mitos y leyendas de la frontera. Tijuana, El Colegio de la Frontera Norte, plaza y Valdés.

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