La migración es un fenómeno que desde hace muchos años se da en la frontera norte de México, miles de familias al año llegan a las ciudades fronterizas como Tijuana, que se distingue muy particularmente del resto del país.
Aproximadamente el 62% de los residentes de Tijuana, han llegado de distintos lados particularmente de los estados de la república mexicana, es la ciudad de los migrantes, donde definitivamente es un fenómeno permanente y dinámico. Personas que han emigrado de sus lugares de origen, forzadas por algún conflicto de tipo político o militar, o por razones económicas y en busca de un futuro mejor. Así como mi familia, que en 1988 migramos de Cd. Obregón, Sonora a Tijuana, con la visión de buscar un mejor futuro.
Al llegar a Tijuana rápidamente mi papá encontró trabajo, pudimos establecernos y empezar a conocer la ciudad. Al principio la ciudad era muy fea, casi no tenía calles pavimentadas, no había tantas rutas como ahora, las colonias tenían pies de casas, eran pocos los edificios presentables y que decir de la inseguridad en las calles, las matanzas entre pandilleros y las peleas interminables entre los “cholos”. Nos instalamos en la Mesa de Otay; donde en aquel entonces era casi lo último al noreste de la ciudad, maquiladoras y cerros era el panorama que se podía observar.
A pesar de todo la gente seguía llegando y no se podía quejar, pues el panorama citadino quedaba en segundo plano cuando sus ingresos y la adquisición de un mejor patrimonio era ya una realidad; sin embargo, la añoranza de los seres queridos, la tierra natal, costumbres y tradiciones habían quedado atrás, Tijuana como ciudad fronteriza contaba con costumbres mezcladas de Estados Unidos y México, posiblemente al principio fue difícil, pero al pasar los años uno se acostumbraba y adaptaba rápida y fácilmente.
Con el pasar de los años la ciudad fue tomando forma y creciendo a pasos agigantados, se empezó a poblar, generar más empleos y a recibir más migrantes; aunque, la otra cara de la moneda no era muy buena para la misma ciudad, debido a la llegada de los migrantes, quienes se instalaban en cualquier territorio disponible frustraban los planes del ayuntamiento para la construcción de nuevas colonias, fraccionamientos y vialidades.
Poco a poco la ciudad tenía nuevas colonias y hoy en día la Mesa de Otay esta lejos de ser lo último de Tijuana, actualmente sigue creciendo y llegando más familias como la mía en busca de un mejor futuro.
Mi familia antes de mudarnos a Tijuana, 1988
Mi familia ya instalados en Tijuana, 1989
Playas de Tijuana, primera estadia en la ciudad.
Mesa de Otay, lugar donde vivimos de 1990-2003
Panorama del noreste de la ciudad en 1994
Del. Mesa de Otay actualmente
Mi familia en la actualidad
Aproximadamente el 62% de los residentes de Tijuana, han llegado de distintos lados particularmente de los estados de la república mexicana, es la ciudad de los migrantes, donde definitivamente es un fenómeno permanente y dinámico. Personas que han emigrado de sus lugares de origen, forzadas por algún conflicto de tipo político o militar, o por razones económicas y en busca de un futuro mejor. Así como mi familia, que en 1988 migramos de Cd. Obregón, Sonora a Tijuana, con la visión de buscar un mejor futuro.
Al llegar a Tijuana rápidamente mi papá encontró trabajo, pudimos establecernos y empezar a conocer la ciudad. Al principio la ciudad era muy fea, casi no tenía calles pavimentadas, no había tantas rutas como ahora, las colonias tenían pies de casas, eran pocos los edificios presentables y que decir de la inseguridad en las calles, las matanzas entre pandilleros y las peleas interminables entre los “cholos”. Nos instalamos en la Mesa de Otay; donde en aquel entonces era casi lo último al noreste de la ciudad, maquiladoras y cerros era el panorama que se podía observar.
A pesar de todo la gente seguía llegando y no se podía quejar, pues el panorama citadino quedaba en segundo plano cuando sus ingresos y la adquisición de un mejor patrimonio era ya una realidad; sin embargo, la añoranza de los seres queridos, la tierra natal, costumbres y tradiciones habían quedado atrás, Tijuana como ciudad fronteriza contaba con costumbres mezcladas de Estados Unidos y México, posiblemente al principio fue difícil, pero al pasar los años uno se acostumbraba y adaptaba rápida y fácilmente.
Con el pasar de los años la ciudad fue tomando forma y creciendo a pasos agigantados, se empezó a poblar, generar más empleos y a recibir más migrantes; aunque, la otra cara de la moneda no era muy buena para la misma ciudad, debido a la llegada de los migrantes, quienes se instalaban en cualquier territorio disponible frustraban los planes del ayuntamiento para la construcción de nuevas colonias, fraccionamientos y vialidades.
Poco a poco la ciudad tenía nuevas colonias y hoy en día la Mesa de Otay esta lejos de ser lo último de Tijuana, actualmente sigue creciendo y llegando más familias como la mía en busca de un mejor futuro.
Mi familia antes de mudarnos a Tijuana, 1988
Mi familia ya instalados en Tijuana, 1989
Playas de Tijuana, primera estadia en la ciudad.
Mesa de Otay, lugar donde vivimos de 1990-2003
Panorama del noreste de la ciudad en 1994
Del. Mesa de Otay actualmente
Mi familia en la actualidad
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarSr. Casas ex trabajador de Panasonic
ResponderEliminarmuy bien amigos familias como ustedes hacen grande a tijuana
ResponderEliminarmuy bien amigos familias como ustedes hacen grande a tijuana
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